Pedro Pablo Achondo M. sscc
Ya ha comenzado el hermoso tiempo
de adviento, la sola palabra remite a varias cosas. Vamos viendo: adviento
tiene que ver con algo que viene, que está viniendo. ¡Ya viene el Salvador! Y
también podríamos decir que el Adviento nos prepara o remite a un Evento, al
único gran evento de nuestra vida: Jesucristo. Él es el Evento: el evento
Cristo. Así, y jugando un poco con el lenguaje, el Adviento y el Evento Jesús
son una sola realidad. Jesús que viene como adviento, Jesús que nace como
evento…
Sin embargo, nuestra vida
cristiana posee ese carácter de adviento siempre. Vivimos permanentemente en
esa espera ansiosa, gozosa y edificante del Señor Jesús en nuestra vida, en
nuestras comunidades, en nuestras familias y poblaciones. Somos los cristianos
advientos (anunciadores, pregones) del nacimiento del pequeño niño pobre Jesús.
¡Que distinto vivir así! Atentos y vigilantes por que el niño está por nacer,
el niño salvador y liberador. El niño-Hijo de Dios y Hermano de la humanidad.
Hay muchas cosas que pueden
transformarse en este tiempo nuevo. Nuestras actitudes y rencores, nuestros
chismes, cahuines y egoísmos. Podemos renacer. Dios siempre, a través de los
diferentes tiempos litúrgicos nos da la capacidad de volver a comenzar.
Adviento es el tiempo propicio para ello. Volver a caminar con la mirada en
Jesús, nuestra esperanza, adviento y evento fundamental de nuestras vidas.
Que bonito sería vivir este adviento con un corazón libre, con un espíritu nuevo, que trabaje por la justicia, la paz y la solidaridad entre todos. Es tarea nuestra.
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