HISTORIA PARROQUIAL

LA PARROQUIA SAN PEDRO Y SAN PABLO
“Misioneros con Cristo en la vida del pueblo”

Los comienzos
La parroquia de San Pedro y San Pablo nació, por decreto arzobispal, el 24 de abril de 1964. En un decreto adjunto se nombró al sacerdote Esteban Gumucio Vives, religioso de los Sagrados Corazones, como su primer párroco. La historia previa se remonta a la misión general de la arquidiócesis de Santiago inaugurada por el arzobispo de Santiago don Raúl Silva Henríquez en marzo de 1963 y finalizada en marzo de 1964. En ese período se tomó conciencia de que un grupo de antiguas poblaciones más unas nuevas inauguradas en 1962, hacia el oriente de calle Santa Rosa, entre los paraderos 12 y 21 y medio, deberían constituir un nuevo territorio parroquial. La parroquia de Nuestra Señora de los Parrales, atendida entonces por franciscanos, no podía abarcar tanto territorio.

Este concepto coincidió con la búsqueda de los religiosos de los Sagrados Corazones por encontrar un lugar en la Iglesia de Santiago donde iniciar un servicio parroquial estable. Las conversaciones con el arzobispo y sus vicarios les llevaron a optar precisamente por ese lugar. Fue así que a fines de 1963, el padre Esteban Gumucio inició una presencia en esos sectores, sumándose a la segunda parte de la misión general. A comienzos de 1964, la congregación destinó a tres religiosos sacerdotes que lo acompañaran, Carlos Lange, Fernando Ugarte y Patricio Frías. Se conformó así un equipo suficiente para asumir la parroquia como tal en abril de 1964.

Las primeras comunidades
El trabajo pastoral se desplegó rápidamente a través de las visitas a las casas y de la catequesis familiar, de la lectura de la Biblia, de la formación de personas y del servicio a las organizaciones poblaciones que luchaban por mejores condiciones de vida. El contexto del Concilio Vaticano II, en plena realización, fue un aliciente permanente en la nueva tarea parroquial. Los sacerdotes que acompañaban el proceso pasaron a vivir en una pequeña casa de madera de la población Joao Goulart.

Fueron surgiendo así las primeras comunidades eclesiales de base. El amplio territorio asignado a la parroquia comenzaba en calle Departamental entre Santa Rosa y Vicuña Mackenna, y terminaba en calle Tomé entre Santa Rosa y Punta Arenas. La sede parroquial se instaló en calle Central (hoy, Esteban Gumucio) esquina de La Serena (hoy, Raúl Silva Henríquez). A través de los años, y desde allí hacia el norte, fueron estableciéndose las comunidades de Sagrados Corazones, Inmaculada Concepción, San Juan y San Pablo, Jesús de Nazaret, Nuestra Señora del Carmen y María y José. Hacia el sur, se fueron formando las comunidades María de la Esperanza, Cristo Resucitado, Padre Damián, María de Guadalupe, San Esteban y Jesús Pastor.

Los párrocos siguientes
En 1973, el religioso SSCC y sacerdote Manuel Donoso Donoso sucedió al padre Esteban como párroco. Hasta el año 2000, le siguieron como párrocos los sacerdotes Jaime Moreno (1976-1979), Pablo Fontaine (1979-1982), Felipe Barriga (1983-1985), Inaky Odriozola (1986-1987), Miguel Macaya (1988-1993) y Gerardo Joannon (1994-2000), todos religiosos de los Sagrados Corazones. Durante el período de Miguel Macaya se formuló el lema parroquial vigente hasta hoy: “Misioneros con Cristo en la vida del pueblo”.

Durante todos esos años, otros religiosos de la congregación sirvieron también en la parroquia, como vicarios o a tiempo parcial: Tomás Campos, Enrique Moreno, Ronaldo Muñoz, Javier Cerda, Diego Silva, Mario Soto, Miguel Ángel Concha, René Cabezón.

Los diáconos permanentes surgieron también en estos años como servidores importantes de la tarea parroquial. El primero de ellos fue Rafael Carrasco en la década de los ‘80. Le siguieron, y hasta el día de hoy, Rafael Arredondo, René Alvarado y Raúl Flores. Otro diácono originado en la parroquia, Iván Cáceres, sirve hoy en la parroquia vecina de Nuestra Señora de los Parrales.

Fue también muy significativa la presencia y servicio abnegado de varias religiosas. Entre ellas: Clarita de Larminat (+1982); Francisca Morales y Edith León (Amor Misericordioso); Huguette y Madeleine (Buen Consejo).

Nacimiento de una nueva parroquia
Durante 1994 se vio que el territorio parroquial, de por sí muy extenso, había aumentado además en densidad poblacional. Se estimó necesario dividir el territorio y dar nacimiento a una nueva parroquia. Así se hizo. El sector norte de la parroquia, entre calles Departamental y Lo Ovalle, pasó a constituir la nueva parroquia que recibió el nombre de Damián de Molokai, religioso de los Sagrados Corazones, apóstol de los leprosos, beatificado en 1995 y canonizado en 2005. El sector sur, entre calles Central (hoy, Esteban Gumucio) y Tomé, permaneció con el nombre original de parroquia San Pedro y San Pablo. La primera de ellas quedó en la comuna de San Joaquín; la segunda, en la comuna de La Granja.

En el mismo momento, la congregación de los Sagrados Corazones consideró que no podía atender ambas parroquias a la vez y que, por lo tanto, debía prescindir de una ellas. Decidió hacerse cargo de la parroquia Damián de Molokai y poner en manos del arzobispado de Santiago la parroquia de San Pedro y San Pablo.

Un párroco diocesano en San Pedro y San Pablo
El padre Esteban “vuelve a casa”
Como consecuencia de lo anterior, el arzobispo de Santiago nombró párroco de San Pedro y San Pablo al sacerdote diocesano Jorge Orellana González (2000-2008). En diversos momentos, lo acompañaron como vicarios los sacerdotes diocesanos Humberto Guzmán y Patricio Lledó, y el sacerdote SSCC Enrique Moreno (2008).

Durante este tiempo, la parroquia mantuvo y fortaleció las seis comunidades de base ya señaladas. Una séptima comunidad se constituyó en la sede central adoptando el nombre de “comunidad padre Esteban Gumucio”, poco antes que la comunidad parroquial se sintiera conmocionada por el fallecimiento del querido y admirado padre Esteban (6 de mayo de 2001), quien hasta el día de su muerte vivió sirviendo en las parroquias Damián de Molokai y San Pedro y San Pablo.

Hacia finales del período del padre Jorge Orellana, el arzobispo de Santiago don Francisco Javier Errázuriz le manifestó a la congregación de los Sagrados Corazones su deseo de que el cuerpo del padre Esteban Gumucio reposara en la sede parroquial. Lo estimaba como un “santo” y deseaba que los fieles pudieran manifestarle la debida veneración en ese lugar. Fue así como el 27 de septiembre de 2008, el padre Esteban “volvió a casa”, rodeado de una multitud de unas 4 mil personas, encabezada por el propio arzobispo. Desde entonces su cuerpo reposa en un memorial especialmente dispuesto en la sede parroquial.

El regreso de los SSCC a San Pedro y San Pablo
La circunstancia de la presencia del cuerpo del padre Esteban en la parroquia, llevó a la congregación a reconsiderar su presencia allí. Después de un debido discernimiento y contando con el entusiasmo del arzobispo, la congregación retomó el servicio pastoral en San Pedro y San Pablo después de 9 años de ausencia. Mientras el padre Jorge Orellana asumía la vecina parroquia de San Gregorio; en San Pedro y San Pablo, en marzo de 2009, bajo el régimen de “párrocos solidarios”, asumían como tales los religiosos SSCC, sacerdotes René Cabezón Yáñez, Enrique Moreno Laval y Miguel Macaya Montero, encargándosele a René ser el párroco moderador del equipo.

Durante este último período, en 2010, el arzobispo Errázuriz abrió la causa de canonización del padre Esteban Gumucio, cuyo proceso fue terminado a fines de ese mismo año y clausurado solemnemente a comienzos de 2011 por el recién nombrado arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati. Días después, toda la documentación fue remitida al Vaticano.

La parroquia San Pedro y San Pablo se prepara ahora para dos grandes acontecimientos en el próximo tiempo. En 2014, la parroquia cumplirá 50 años de fundación y en ese mismo año se cumplirá el primer centenario del natalicio del padre Esteban Gumucio. Hacia allá se encamina la comunidad parroquial, en un dinamismo renovador de conversión que quiere involucrar a todas sus áreas pastorales.

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