Por
Enrique Moreno Laval sscc
¿Cómo hacer del “mes de la patria” algo más que cuecas, empanadas y vino tinto? Es un buen desafío para septiembre. Un mes que no solo está señalado como símbolo de nuestra independencia sino también marcado por hechos dolorosos que nos siguen doliendo y avergonzando como nación. ¿Cómo convertir este mes en algo más que una nostalgia folclórica? ¿Cómo hacer de septiembre un tiempo de compromiso con aquello que efectivamente es “hacer patria”? Un antiguo proverbio español canta así: “Dicen que mi patria es un fusil y una bandera / yo digo que son mis hermanos que están labrando la tierra”.
Como seguidores de Jesús tenemos que hacer nuestro lo que fue su propio programa, y que proclamó con fuerza en la sinagoga de Nazaret: “He venido a traer una buena noticia a los pobres, a anunciar libertad a los cautivos, vista a los ciegos, liberación a los oprimidos, a anunciar un año de gracia del Señor” (Lucas 4, 18-19). El mensaje de Jesús es para todos, pero con especial privilegio para los que siempre tienen malas noticias por la opresión que sufren. Mejorar la vida de la patria es lo que deberíamos acometer con el mayor entusiasmo, sin dejar de lado el legítimo hecho de hacer fiesta. Pero una fiesta con compromiso, que nos lleve a realizarla cada vez con mayor gozo, en la que a nadie se le niegue el derecho a participar en ella; y no una fiesta superficial, que busque tan solo el “pasarlo bien”, privada del sentido social que corresponde a toda actividad humana.
Humanizar la vida fue el
gran sueño de Jesús. Pocos le hicieron caso. No fue profeta en su tierra. Sin
embargo, para nosotros sigue siendo el gran Profeta venido de parte del Padre
Dios, que se hizo historia nuestra para que aprendiéramos a ser hermanos y
hermanas iguales. Y en este empeño estamos, con aciertos y errores, intentando
ser coherentes. Recordemos otra historia que nos cuenta Jesús: había un rico
que “todos los días hacía espléndidos banquetes” y echado a su puerta había “un
pobre cubierto de llagas”. Aquel rico nunca reparó en este pobre. Jamás se encontraron
en esta tierra. Es todo un símbolo de lo que ocurre en nuestros pueblos cuando solo nos dedicamos a “hacer fiesta”, cuando por
sobre todo tenemos que “hacer patria”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario