Parroquia San Pedro y San Pablo
La mitad de su vida la vivió en un intenso compromiso con su Iglesia en
nuestra querida parroquia San Pedro y San Pablo. Tenía 60 años de edad.
Falleció en la tarde de este lunes 30 de julio, esperando un trasplante de
hígado que no pudo ser. La noticia, rápidamente difundida, tuvo el impacto que
se podía esperar. La extensa familia, los amigos, los miembros de la comunidad
parroquial acudieron de inmediato a despedir al querido hermano y amigo, y a
acompañar a Pilar su esposa junto a sus cuatro hijos. De verdad, Luis fue muy
apreciado y muy querido.
Fue catequista, animador de la CEB Padre Esteban Gumucio en la sede
central, miembro activo del equipo de liturgia. Fue activo compañero de tantas
jornadas de trabajo pastoral emprendidas por la parroquia. A cada tarea le puso
el sello de su carácter apasionado y fuerte. En su velatorio se destacó su
preocupación por las personas y su actitud solidaria con los más necesitados.
Varias personas alzaron su voz para decir: “Cuando yo estuve mal, cuando
necesité algo, Lucho estuvo allí”. Otra señaló: “Por Luis llegué a conocer la
Biblia y a formarme como cristiana”. Y otra: “Le gustaban las cosas bien
hechas, sin concesiones”.
Nos queda su memoria que será por siempre agradecida. Nos deja su
legado de trabajo y de servicio. Nos lega su estilo de hacer las cosas bien por
la causa del Señor. Nos entrega el testimonio de saber estar junto a las
personas cuando más se necesita. Nos regala una página de Evangelio hecha historia
humana.
Luis, uno de los nuestros por siempre, descansa en la paz de tu Señor.
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