21 de mayo de 2012

EL MENSAJE DE LOS LUNES: Desde la fe, comentando el día a día

UN NUEVO PENTECOSTÉS
Por Enrique Moreno Laval sscc

Nos aproximamos a la fiesta de Pentecostés, que celebraremos en la Iglesia el próximo domingo 27 de mayo. Es la fiesta del Espíritu presente en la vida de la Iglesia, de ese Espíritu que Jesús nos prometió para que no quedáramos huérfanos.

El evangelio de Juan (capítulos 14 a 16) da a este Espíritu el nombre de paráclito, palabra griega que, traducida literalmente, significa “aquel que ha sido llamado para estar junto a otro”. Es decir, para ser un acompañante. Y el que acompaña a otro, según sean las circunstancias de ese otro, lo anima, lo consuela, lo defiende, le enseña, le explica lo que debe saber, le recuerda lo que no debe olvidar, lo fortalece para que se convierta en verdadero testigo de Jesús. Algunas versiones de la Biblia traducen la palabra paráclito como consolador o abogado defensor, pero ciertamente significa mucho más que eso. Además, el evangelista pone en boca de Jesús estas palabras: “les enviaré otro paráclito”, queriendo decir que Jesús mismo es nuestro primer paráclito, nuestro primerísimo acompañante, y que el Espíritu viene a ser en definitiva “otro Jesús”.

Una antigua tradición cristiana, tomada de un texto del profeta Isaías, habla de los “siete dones del Espíritu Santo”; a pesar de que el profeta solo menciona seis. La Iglesia agregó un séptimo. Estos dones son: Inteligencia, que nos hace comprender el plan de Dios sobre la humanidad; Sabiduría, que nos indica cómo vivir ese plan; Consejo, que nos hace capaces de discernimiento en vistas de las decisiones que tenemos que tomar; Fuerza, que nos da el valor para realizar aquello que hemos decidido; Ciencia, que nos anima a conocer siempre mejor a Dios y a estudiar su Palabra;  y Respeto por Dios y su Proyecto, lo que antes se mencionaba como “temor de Dios”,y que nos confundía al hacernos creer que se trataba de tenerle miedo a Dios. La Iglesia agregó el don de Piedad, que nos invita a estar buscando siempre la voluntad de Dios en nuestras vidas, a través de la oración personal y comunitaria.

Finalmente, el apóstol Pablo nos deja tarea. Nos pide que nos dejemos “conducir por el Espíritu de Dios” para dar el fruto del Espíritu que es “amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí mismo” (carta a los gálatas).
Vivamos entonces un nuevo Pentecostés. Dejémonos acompañar por el Espíritu de Jesús y asumamos la tarea de vivir sus dones y dar su fruto en las actuales circunstancias en que Dios nos pide ser discípulos y discípulas de Jesús.

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