26 de marzo de 2012

EL MENSAJE DE LOS LUNES: Desde la fe, comentando el día a día

La ley del “grano de trigo”
Por Enrique Moreno Laval sscc

Tomando un sencillo ejemplo de la naturaleza, bastante obvio aunque a veces imperceptible, Jesús nos ha dejado una ley maravillosa para entender el verdadero sentido de una vida humana. “Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” –enseña Jesús. Fue, por lo demás, su propia experiencia. El fruto de vida que nos ha dejado Jesús ha sido precisamente a partir de su existencia entregada hasta el extremo, cuando él mismo, cual grano de trigo, entró en las profundidades de la tierra y murió allí para hacerse fecundo. No se apegó a la vida, se desapegó de ella, la “perdió” y la conservó para una vida plena.

Lo leíamos en el evangelio del domingo recién pasado (Juan 12, 20-33), cuando unos griegos querían “ver a Jesús” y se encontraron con esta invitación suya: “el que quiera servirme que me siga, pero mi servidor tendrá que estar donde yo esté”, es decir, en el servicio permanente del otro, en la entrega desapegada de la vida en favor de los demás, hasta las últimas consecuencias, hasta dar la vida. No es tarea fácil por cierto llevar a cabo esta propuesta. El propio Jesús lo experimentó así: “¿Qué diré? Padre ¿líbrame de esta hora?” Y se responde: “¡Si para eso he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu nombre!”

En esta cuaresma que ya concluye el domingo que viene, para dar paso a la semana mayor de nuestra fe, volvemos a sentir el urgente llamado de Jesús a servirlo de esta manera, a la manera suya. Partimos de la base de que no nos resultará fácil, pero de que es posible. Habrá que fortalecer la conciencia de que una vida cuidada y guardada para sí mismo es estéril, infecunda, no sirve a nadie; sin embargo, una vida dispuesta a perderse por otros, arriesgada para que otros tengan vida, entregada hasta el extremo, constituye un servicio insustituible para toda la humanidad.

Decía también Jesús en el mismo texto del evangelio: “Cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Levantado sobre la cruz, expuesto de esta manera, Jesús se hace tan atrayente para el mundo porque solo el amor de verdad es capaz de atraer tanto. ¡Cómo quisiéramos que nuestra Iglesia, la comunidad de Jesús, fuera capaz de atraer a muchos hacia Jesús por la entrega de un amor universal así de grande como el suyo! Viviríamos de verdad la ley del “grano de trigo”…

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