13 de marzo de 2012

EL MENSAJE DE LOS LUNES: Desde la fe, comentando el día a día

Jesús, un indignado
Por Enrique Moreno Laval sscc

El año recién pasado, 2011, fue un año de indignación mundial. El 15 mayo, los españoles comenzaron con una serie de manifestaciones de protesta pacífica en Madrid, y enseguida en las principales ciudades de España. Decían: “No queremos ser marionetas de los políticos y los banqueros”. Es decir, representaron su profunda molestia ante el actual manejo de la política y de la economía, por considerarlo atentatorio en contra de la dignidad y respeto que merecen las personas. Se hicieron llamar a sí mismos: los indignados.

Esta corriente de indignación se difundió rápidamente por otros países de Europa y por los Estados Unidos de América. Aquí en Chile, también tuvimos un 2011 lleno de indignación, expresado particularmente en la seguidilla de manifestaciones del movimiento estudiantil. Este año 2012 sigue agregando otros ejemplos. El más claro lo representa el actual conflicto en Aysén, donde una región indignada se ha levantado en protesta en contra de los poderes centrales que los olvidan y marginan.

El obispo de Aysén, Luis Infanti, ha tomado una parte activa en esta indignación. Se ha sumado a los líderes que protestan y ha dejado en evidencia su denuncia ante el trato discriminatorio y violento con que se afecta a los ayseninos. ¿En quién se estará inspirando el obispo? Es posible que lo haya inspirado mucho el texto del evangelio de Juan que leíamos el domingo pasado (11 de marzo): Jesús, indignado, expulsa a los mercaderes del templo junto a sus bueyes, ovejas y palomas, porque han estado convirtiendo la casa de su Padre en un lugar de comercio e, incluso, en una cueva de ladrones.

La indignación de Jesús nos advierte ante la pasividad o indiferencia en que podríamos caer los creyentes en él, olvidando que a Jesús le importó todo lo humano y que le indignó todo atropello a las personas. Y sobre todo, cuando para atropellarlas se utilizaba mañosamente el poder político o la influencia religiosa. Para Jesús y para sus seguidores hay un solo camino: el del compromiso consecuente de amor por todo ser humano, hasta arriesgarlo todo, hasta las últimas consecuencias.

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