11 de abril de 2011

EL MENSAJE DE LOS LUNES: Desde la fe, comentando el día a día

Una Iglesia creíble

Por Enrique Moreno Laval sscc

Leía en estos días el siguiente dato: según una encuesta reciente, tan solo un 21 por ciento de los chilenos encuentra que la Iglesia católica es creíble. La credibilidad en ella ha bajado rápidamente en el último tiempo y la opinión pública ya no nos cree. Por cierto, hay hechos lamentables que así lo explican. Pero no es tan sólo hora de lamentos; es hora de una acción fecunda en la que, aferrados al Evangelio, seamos capaces de reparar el daño causado dando señales concretas de un genuino amor por la humanidad. Es hora de “volver a Jesús”.

Iglesia somos todos. Todos los que nos sentimos convocados por Jesús para ser “discípulos y misioneros” en su nombre. Nadie está excluido, nadie es más que otro, somos todos hermanos y hermanas, miembros necesarios de un solo cuerpo cuya cabeza es Jesús. Cada uno aporta lo específico suyo para que el cuerpo sea uno; y cuando un miembro sufre, todos sufrimos, y cuando un miembro se alegra, nos alegramos todos. Es la vieja lección de san Pablo. En esto consiste vivir en comunión.

Pero miramos más allá de la Iglesia, miramos al mundo. A ese mundo cercano y lejano, tantas veces maltratado por la injusticia de todos. A ese mundo queremos servir con el amor de Jesús, amor auténtico, verdadero, sincero, sin dobleces, sin fingimiento; con predilección por los más pequeños y los más sufrientes. Sólo así volveremos a ser creíbles.

En un hermoso poema dedicado a la Iglesia (“Vendría bien”), el padre Esteban escribía en sus últimos versos: “Y vendría bien, te lo digo humildemente / que tú y yo simplemente / nos pusiéramos a ser cristianos / con la gracia de Dios”. De eso se trata, ¿o no? Dejemos a un lado, por lo tanto, aquellos domésticos problemas que nos enredan, aquellas mezquinas situaciones que nos complican, y decidámonos simplemente “a ser cristianos con la gracia de Dos”. Es lo que espera de la Iglesia este Chile nuestro para volver a considerarnos creíbles.


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