6 de septiembre de 2010

EL MENSAJE DE LOS LUNES: Desde la fe, comentando el día a día

Murió Alejandra

Por Enrique Moreno Laval sscc

Murió Alejandra el pasado martes 31. Al terminar agosto. Fue la noticia que, durante la semana, impactó en el corazón de nuestra parroquia San Pedro y San Pablo. La recordamos en su silla de ruedas (en la antigua y en la nueva, con motor) recorriendo, a veces arriesgadamente, las calles de nuestro sector. O bien, pelando papas o picando ajo y cebolla, en el comedor parroquial. O yendo y viniendo para buscar el pan para el mismo comedor. O sentada en su silla, al interior de nuestro templo, celebrando la eucaristía del domingo, recibiendo con cariño la paz, comulgando el cuerpo del Señor.

Fueron numerosos los emocionantes testimonios entregados durante las eucaristías del mismo martes de su muerte, del miércoles y del jueves, día de su funeral. Faltaban palabras para decir todo lo que esa persona pequeña y amigable había entregado con su sencillez, su generosidad, su disponibilidad a toda prueba. Con su porfía por servir. Recordamos entonces las palabras de Jesús: “Te alabo, Padre, porque te has revelado a los pequeños y sencillos…”, “Felices los que tienen un corazón de pobre”.

Su cuerpo deformado de nacimiento fue dejado en un lugar cualquiera, abandonado, hace 52 años, cuando apenas tenía cinco meses de edad. La familia Leiva Toro la recogió con cariño, la hizo suya, la convirtió en una hija más, le dio sus apellidos, la crió con cariño, la amó hasta el final. Su discapacidad fue sólo un detalle. Lo importante, lo realmente importante fue siempre su calidad de persona humana digna y valiosa, esa calidad que se expresó en el servicio sin medida, superando cualquier dificultad.

¿Qué nos enseñó Alejandra? Que nada ni nadie nos puede impedir servir a los demás. Que no existe excusa alguna para no servir. Que, cuando hay amor, todo esfuerzo es posible. Que, cuando hay adversidad, ésta siempre puede ser superada. Que, cuando estamos cansados, todavía se puede un poco más. Que, cuando no tenemos nada, lo podemos dar todo. Que siempre hay alguien más necesitado que uno mismo. Que en ella se cumplió cabalmente la palabra de Jesús que escuchamos en el Evangelio de ayer domingo: “Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14, 25).

Gracias, Alejandra querida. Nos diste ejemplo de cómo ser discípulos de Jesús. Amaste a Jesús y a los demás más que a tu propia vida. Gracias. No te olvidaremos. En tu recuerdo, prometemos, desde ahora en adelante, ser mejores. Y ya que estás junto al Padre y con Jesús, no dejes de acompañarnos en nuestras “sillas de rueda” de cada día.


1 comentario:

Anónimo dijo...

la verdad que quede impactado con esta noticia...
yo me consideraba amigo de la alejandrita y por cosas del trabajo no he podido ir a misa y ahi siempre la veia, alegre como ella siempre con una sonrisa...era un ejemplo y cuando la veia siempre me inspiraba cosas buenas , nunca lastima por q ella era una mujer grandiosa...
me meti aqui buscando info por q estoy haciendo una pagina y me encuentro con esto..
es una pena..
dios la bendiga en su santo reino...

gracias por todo..
vicente "vicho" alarcon

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