VISITAR A LOS ENFERMOS
Por Enrique Moreno Laval sscc
“Estuve enfermo y me visitaste”. Esta palabra
es de Jesús en el evangelio de Mateo. Corresponde a una de las seis maneras de
servir al prójimo que Jesús destaca, junto a dar de comer al hambriento, dar de
beber al sediento, vestir al desnudo, alojar al forastero y visitar al
encarcelado. Visitar a los enfermos no es entonces una actividad de “segundo
orden” para los cristianos sino un servicio que siempre estuvo en el corazón de
Jesús.
Ayer, segundo domingo de Pascua, se celebró
la fiesta de “Cuasimodo”, especialmente destinada a los enfermos de nuestra
parroquia. Con generosidad, con alegría, con devoción, los hermanos y hermanas
que participan en la pastoral de la salud organizaron este servicio llevando la
comunión a los enfermos que, por su condición de postración, no pudieron
participar presencialmente en la reciente celebración de Pascua de
Resurrección.
Para visitar a los enfermos se necesita una
especial sensibilidad. Es decir, una capacidad de ponerse en el lugar de quien
está enfermo y, de alguna manera, padecer con él, entrando en profundidad en
esa sensación de invalidez y de soledad que tantas veces aqueja a nuestros
enfermos.Se necesita también estar disponible para saber “perder el tiempo” con
quien padece, sabiendo que nuestra visita no le mejorará de su mala salud, pero
con la certeza de que le ayudará a darle sentido a todo lo que sufre. Se
necesita tener voluntad de salir de uno mismo y abrir el corazón para entrar en
el otro, empleándose a fondo en la acogida y en la contención afectiva que ese
otro requiere. Se necesita gente que quiera conectarse de veras con las
personas reales, llevando a una práctica concreta ese “amor al prójimo” que
tantas veces pronunciamos teóricamente. Se necesita gente que, de casa en casa,
vaya llevando el amor de Jesús.
Será bueno revisar en las
comunidades de nuestra parroquia cómo anda nuestra pastoral de la salud.
Sospecho que se necesitan más personas para cumplir con el mandato del Señor de
visitar a los enfermos. ¿Por qué no aventurarnos más en este servicio sencillo
y fraterno en el que demostremos que de verdad nos importan las personas y su
corazón?
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