27 de febrero de 2012

EL MENSAJE DE LOS LUNES: Desde la fe, comentando el día a día

EL PROYECTO PERSONAL DE JESÚS
Por Enrique Moreno Laval sscc

Si uno quiere asumir su vida con cierta seriedad y responsabilidad, le será útil tener un “proyecto personal” que lo ayude a fijar prioridades y a jugarse disciplinadamente por aquello que es lo más importante. Lo esencial. Jesús, plenamente humano, no constituyó una excepción a esta regla. Progresivamente fue configurando su ideal de vida hasta que lo concretizó en lo que él llamó el “reino (o reinado) de Dios”. Es decir, el proyecto de su Padre Dios asumido con todo su corazón, con toda su mente, con todas sus fuerzas. Este proyecto lo llevó hasta las últimas consecuencias en la cruz, y por ser fiel fue resucitado.

Pero el proceso no fue fácil para él. Lo recordaba el texto del evangelio de Marcos de este primer domingo de cuaresma. Vivió días de desierto acosado por la tentación. ¿Cuál tentación? La de hacer de su vida otra cosa. La tentación de asumir un proyecto mundano rechazando el proyecto de Dios. Ese proyecto está bien diseñado en los textos de Mateo y Lucas, que indican el contenido de tres tentaciones: hacer un milagro fácil buscando tan solo el provecho personal (convertir las piedras en pan); poner el centro de la vida en la búsqueda del prestigio individual a través de acciones espectaculares (tirarse de arriba abajo desde lo alto del templo); poner el corazón en el poder y en las riquezas para ser feliz (aceptando la propuesta del tentador con sus condiciones).

Esas tentaciones las sintió Jesús. Pero no las aceptó. Las rechazó de plano, con la palabra de Dios en su corazón y en su boca, estableciendo con total claridad que solo Dios sería el único absoluto de su vida. Y así lo hizo hasta el fin. A pesar de que la tentación volvió en otros momentos de su vida, como en el huerto y en la cruz, Jesús supo poner siempre toda su vida en las manos de su Padre.

Ejemplo no deja Jesús al comenzar esta cuaresma y en este año 2012 que se normaliza en el mes de marzo que ya viene. Volvamos, pues, la mirada hacia Jesús y animémonos a caminar con él hacia la vida plena, sabiendo que donde esté nuestro tesoro allí estará nuestro corazón.

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