17 de octubre de 2011

EL MENSAJE DE LOS LUNES: Desde la fe, comentando el día a día

EDUCACIÓN EN JUSTICIA
Por Enrique Moreno Laval sscc

Este lunes 17 de octubre de 2011, nos hemos “tomado” nuestra sede parroquial para reflexionar y orar juntos en torno al tema de la educación en nuestro país. Un tema de Iglesia, porque simplemente es un tema humano que afecta a toda nuestra sociedad. Un tema que exige aplicar aquella máxima de Jesús que leíamos en el evangelio de ayer domingo: “Al César lo que es del César, pero a Dios lo que es de Dios”. No hay que dejarle al César lo que le pertenece a Dios, porque a Dios le pertenece todo lo humano; hombres y mujeres le pertenecen.

Cuando hablamos de educación, hablamos de igualdad y, por lo tanto, de justicia. No puede ser que, ante la educación, haya chilenos de primera, de segunda y de tercera clase. Eso no es justo. No puede ser que algunos puedan pagar una buena educación y que otros tengan que contentarse con una educación insuficiente y mediocre. La diferencia de calidad en la educación tampoco es algo justo. No puede ser que un joven o una joven capaces de cursar estudios superiores no puedan hacerlo porque sus familias no tienen cómo costear la colegiatura mensual de una universidad o de instituto de educación superior. Tampoco es justo. La desigualdad es siempre injusta.

Entonces entendemos la indignación. Y comprendemos que se exprese de una u otra manera. Aún más, nos sumamos a esa expresión indignada inspirados en el indignado Jesús, que no vaciló en denunciar lo injusto, lo mentiroso, lo hipócrita, y todo aquello que oprime al ser humano excluyéndolo de los beneficios que a cada cual corresponde. En años pasados, algunos de los nuestros nos hablaron con la misma indignación: Esteban Gumucio nos habló de “la humilde queja de los pobres” y Ronaldo Muñoz nos decía que “la exclusión de los jóvenes es un escándalo”.
 
Como Iglesia, reafirmamos hoy nuestro compromiso de caminar con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, creyentes o no, en la construcción de una fraternidad cada vez más humana y cada día más universal.

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