22 de septiembre de 2011

EL MENSAJE DE LOS LUNES: Desde la fe, comentando el día a día

Igualdad para la Patria
Por Enrique Moreno Laval sscc

Por una buena casualidad, este domingo recién pasado ha coincidido con nuestra fiesta nacional: 18 de septiembre. Ocasión más que propicia para pedir por la Patria, con el corazón puesto en una de nuestras necesidades más apremiantes: la igualdad. Que somos desiguales es más que evidente. Los estudiantes lo han gritado por las calles sin cansarse. Un país desigual es un país injusto. No podemos quedarnos tranquilos mientras la desigualdad persista, expresada en oportunidades diferentes para obtener educación, salud o vivienda.

Mirada desde nuestra fe en Jesús, la conclusión es clara: la desigualdad no es de Dios. Jesús fue terminante en mostrar a un Dios preocupado de la fraternidad humana (“todos ustedes son hermanos”, Mateo 23, 8); que trae buenas noticias para los que sufren opresión, exclusión, cautiverio, pobreza (“buenas noticias para los pobres”, Lucas 4, 18); que critica severamente a los que se creen dueños de los pueblos y los tiranizan (“entre ustedes no debe ser así”, Marcos 10, 43). Además, el evangelio de este domingo 18 nos traía una parábola notable en la que Jesús aboga por un trato igual para todos (Mateo 20, 1-16).

Contaba Jesús que el propietario de un campo salió a contratar obreros para su viña, a diferentes horas del día: a las 6, las 9, las 12, las 15, y las 17:00, una hora antes del término de la jornada. Los obreros trabajaron diversos períodos de tiempo, desde doce horas hasta una sola; pero todos recibieron la misma paga: lo acordado como un jornal diario. Surgió de inmediato la protesta de los que habían trabajado más porque esperaban recibir más, a pesar de que se les pagaba lo justo: el jornal prometido. No aceptaron la igualdad ejercida por el propietario; reclamaron a favor de una mantención de la desigualdad. ¿Qué había pasado con el propietario? Que no puso sus ojos en las horas trabajadas, en los méritos acumulados, sino que puso el corazón en las necesidades de las personas. ¿Qué acaso los trabajadores de la última hora nos tenían las mismas necesidades de familia que los trabajadores de la primera hora? ¿Por qué no podía él ser bueno con su dinero? Quedó claro que los pensamientos de los hombres están muy distantes de los criterios de Dios.

Comprometamos hoy nuestro mejor empeño por una patria igualitaria, es decir, por una patria justa. Hagámoslo en el nombre de Jesús, a quien con razón llamamos nuestro salvador y nuestro liberador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario