25 de abril de 2011

EL MENSAJE DE LOS LUNES: Desde la fe, comentando el día a día

LA EXPLOSIVA PASCUA DE RESURRECCIÓN
Esteban Gumucio sscc

Estallaron las piedras que cerraban el sepulcro.
El Señor rompió todas las fronteras.
Con su último grito al morir en la cruz,
con el primer estruendo de su resurrección,
cayeron los más altos muros,
se rasgaron todos los velos
y se abrieron los secretos sagrarios del mundo.

Y vamos contigo, Señor, cruzando la frontera
que nos separaba de nuestro origen,
que nos separaba de nuestro destino final.

Tu palabra, Señor, sigue siendo una cruz y una pascua explosiva;
sigue rompiendo fronteras y velos y santuarios de oro
cerrados de egoísmo,
desde que Tú lloraste nuestras palabras de hombre con
resonancias de Hijo de Dios.

Ahora recordamos que gritaste «tengo hambre» y «tengo sed»
y dijiste Tú, el glorioso resucitado, «no tengo dónde reclinar mi cabeza».
Ahora, estas palabras tienen conmovido acento de sangre
y fuerza poderosamente explosiva, capaz de abrir tumbas
con cantos de aleluya.

Tus gritos, tus palabras, tu gloriosa fuerza
duran desde entonces hasta siempre;
y ya no podrá haber nunca más templos verdaderos,
mientras no haya pan y vivienda para el Hijo del hombre.

Que se rompan las frías puertas de bronce
que detienen el pan
en las arcas de la muerte multimillonaria y superdesarrollada;
que caigan las fronteras, pretexto de todas las guerras,
incubadora de ejércitos,
fábrica de armamentos para engordar a la muerte;
que se rompan las piedras egoístas y que los muros orgullosos
se tornen humilde vivienda para todas las soledades y todas las marginaciones.

Con el despojo de tu victoria, Cristo, con el cascajo viejo de las piedras
molidas de «lo tuyo y lo mío»,
queremos ir haciendo el camino nuevo del Rey,
carretera de dos pistas fieles:
la que va por ti al Padre y la que viene humildemente
a traer tus pasos, confundidos con los nuestros,
en la cotidiana llanura de nuestra condición humana.

Entréganos, Señor, en esta Pascua esa explosiva palabra tuya,
colócala en nuestras mochilas de peregrinos de la paz,
y que todo arda,
y que todo sea fuego de amor solidario
en un mundo sin fronteras.

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