6 de diciembre de 2010

EL MENSAJE DE LOS LUNES: Desde la fe, comentando el día a día

Camino de conversión

Por Enrique Moreno Laval sscc

Los chilenos somos naturalmente sensibles. Emocionales. Y tantas veces nos sorprendemos reaccionando precisamente de esa manera. Claro, lo que ocurre es que nos pasan cosas que nos conmueven y nos pasamos entonces de emoción en emoción. Saquemos cuentas en este año 2010: el terremoto en febrero, un nuevo gobierno en marzo, el mundial en junio, las lluvias en agosto, los mineros en septiembre, los mapuches al mismo tiempo, el bicentenario todo el año, el accidente de la autopista en noviembre, y ahora en diciembre la teletón. Casi no nos dejan respirar…

Está bien que nos emocionemos, ¿por qué habría de estar mal? Pero no nos podemos quedar en la emoción. Debemos profundizar un poco más y generar en cada uno de nosotros, los chilenos, reacciones más estables. Las emociones, tal como vienen se van. Duran poco. Necesitamos actitudes de fondo, que sean más permanentes. A esto aludía el texto del evangelio de ayer, segundo domingo del adviento, cuando Juan el bautista proclamaba en el desierto de Judea: “¡Conviértanse, porque el reino de los cielos está cerca!”

¿Qué significa convertirse? Significa, primero, reconocer qué pasa con mi vida, es decir, tomar debida conciencia de cómo estoy llevando a cabo mi condición de ser humano en este momento preciso de la historia. Y puede ser (es lo más probable) que concluya que mi vida debe cambiar en algunos asuntos de importancia. Como soy creyente y seguidor de Jesús, su Evangelio deberá servirme de espejo ante el cual confrontarme. Si soy honesto conmigo, con Dios y con los demás, comenzará entonces a operarse una transformación personal en mí, un cambio favorable de actitudes, según los sentimientos que tuvo Cristo Jesús. Me habré convertido.

Esta conversión personal transformará el mundo. No podemos dudarlo. Aunque parezca un pequeño paso de un hombre o de una mujer, aparentemente insignificante, será un gran paso en el camino de la humanidad, un aporte valioso, insustituible, único, imprescindible para la humanización de la vida. “El reino de los cielos está cerca”, esto es, al alcance de la mano, ¿por qué no lo asumimos hoy de una vez por todas y para siempre? Para esto es el adviento.

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