AL RESCATE DE LOS OTROS Por Enrique Moreno Laval sscc
La semana que ha terminado nos ha dejado tan conmovidos. Difícilmente se nos olvidarán aquellas imágenes tan intensas del rescate de los 33 mineros. Quedaremos marcados para siempre por esta hazaña que, de alguna manera, nos involucró a todos.
Pero la tarea no acaba aquí, porque hay muchos otros que están esperando que vayamos en su rescate. Que nos organicemos, que planifiquemos juntos y que llevemos a cabo de común acuerdo alguna hazaña nueva que nos permita rescatar a aquellos que siguen atrapados en sus vidas, de muy diversas maneras. En la eucaristía de ayer, le preguntaba a la gente: “¿A quiénes rescatarían ustedes hoy?” Y la respuesta fue inmediata: a los que están en la droga o en el alcohol; a los viven encerrados en su egoísmo o en su ceguera; a los que son víctimas de la marginación o la exclusión… Hay más atrapados de los que uno cree en el día de hoy.
En el evangelio leído ayer domingo, Jesús nos contaba la historia de una viuda, es decir, de una mujer pobre y desamparada, símbolo de los olvidados de siempre. Esta mujer busca justicia, porque la necesita y tiene derecho a ella. Se encuentra con un juez injusto, que no respeta a Dios ni le importan las personas humanas. (¿Cómo es que llegó a ser juez?). Pero la viuda lucha por su justicia, con porfía, con perseverancia, con paciencia incansable, con insistencia fastidiosa. Al fin, consigue su objetivo: que le hagan justicia.
Hoy sigue presente el clamor de los pobres. A ese clamor nos queremos sumar nosotros, con perseverancia, con incansable paciencia, hasta conseguir la justicia debida, hasta conseguir la liberación de todos los atrapados del mundo. En el nombre de Jesús, queremos ir en su rescate.
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