Pedro Pablo Achondo Moya. sscc
¿Qué tanto sabemos y conocemos del
mundo y la cosmovisión Mapuche? ¿Cuál ha sido nuestra cercanía y vínculo con
cualquier pueblo indígena? ¿Qué entendemos cuando decimos tierra? ¿Creemos en la riqueza de un mundo verdaderamente
multicultural? ¿Dónde estamos parados todos, winkas, peñis, katripache, lamngen?
Si hay que dar una respuesta cristiana, desde la FE y el Evangelio de Jesús; no
hay otra respuesta que la relación, que el vínculo, que el trato que brota del
amor. No cabe nada más. Jesús vive en un mundo multicultural (griegos, romanos,
judíos, samaritanos, siro-fenicios) y su camino –¡¡presencia del Reino!!-
apunta a una apertura total; a un mundo de relaciones nuevas: supraraciales, suprasociales, e incluso, suprareligiosas.
Es decir, nuevas relaciones (proféticas) que están instaladas por sobre las
razas, por sobre la procedencia social y por sobre el credo religioso. Jesús
está instalado más allá –o más acá- de cualquier vínculo discriminador,
sectorizador, marginador y segregador. Así de radical, así de fuerte y así de
hermoso.
Y, ojo, que Jesús no creía en la tolerancia, pues ésta solo nos lleva
a un permitir que coexistan personas, pueblos o mundo diversos; sino que Jesús
nos invita a vivir algo mucho más profundo que la tolerancia: el deseo de
aprender del otro, de respirar desde el otro, de creer verdaderamente que el
otro me transforma, me construye, me salva.
Con todo lo que leemos, vemos y
escuchamos respecto al mal llamado Conflicto Mapuche, ¡Cuán lejos estamos de
vivir el Evangelio de Jesús! Que distinto sería vivir en ese deseo amoroso y
profundo de querer entender al Pueblo Mapuche desde el Pueblo Mapuche, de dejar
empaparse por su oralidad, de dejarse llevar por su canto-llanto tan sentido,
de entrar en sus luchas y reivindicaciones, de pisar la tierra con ellos. La
respuesta de la FE es ésta: un amor al otro que me mueve a orar con sus
palabras.
En este año de la fe, que nuestro testimonio parta por el conocer la
historia desde su reverso y termine
en amar más allá de la tolerancia, amar sin límites al modo de Jesús y el Dios
del Reino.
Felepe Mai.
1 comentario:
Desde Filipinas nos unimos al pueblo mapuche en su lucha justa por ser reparado a partir del daño que históricamente se le ha causado. El tema es complejo, pero también muy simple: (1)el Estado recupera las tierras usurpadas, expropiándolas; (2) las devuelve a sus legítimos dueños; (3) de común consenso, se establece un estatuto de autonomía mapuche, en integración digna y justa con la nación chilena. Saludos desde Manila.
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