FIN DE AÑO
Por Enrique Moreno Laval sscc
Nos quedan muy pocos días de este 2011. Y naturalmente, de alguna u
otra manera, todos entramos en una cierta dinámica de balance. Nos preguntamos
por lo que nos resultó bien, o no tan bien, o definitivamente mal. Nos
disponemos a soñar situaciones nuevas para 2012, imaginando ya cómo podríamos
hacerlo. Quiero pensar en esta perspectiva la vida de nuestra propia parroquia
San Pedro y San Pablo, haciendo una selección arbitraria de tan solo algunos
aspectos.
¿Qué nos resultó bien? Sin duda, la vitalidad de cada una de nuestras siete comunidades eclesiales de base, repartidas por el territorio de nuestra parroquia. Hay actividad, hay fervor, hay compromiso en los variados ministerios comunitarios. La fe se celebra como un acontecimiento importante para la vida eclesial. De la misma manera, nos resultó bien la reacción solidaria, como parroquia, ante la emergencia de nuestros hermanos en “situación de calle” que derivó en el albergue instalado en la sede parroquial.
¿Qué no nos resultó tan bien? Creo que nuestro empeño por formarnos y compartir instancias de formación pudo haber tenido mejores resultados. Hubo instancias y de buena calidad. Pero pudo haberse diversificado más, integrando a más personas o llevando la formación a las propias comunidades, para facilitar la participación del mayor número posible de personas.
¿Qué nos resultó mal? Me parece
que la comunión entre nuestras siete comunidades nos ha dejado con un déficit.
Fue difícil la intercomunicación y la participación común en actividades o
celebraciones que tenían el carácter de “parroquial”; es decir, donde
deberíamos haber estado todos. En esto hemos quedado con tarea pendiente.
Finalmente, podría expresar algunos sueños para 2012. ¿Qué sueños podríamos tener? Una parroquia con más conciencia de ser una “comunidad de comunidades”. El surgimiento de nuevos liderazgos laicales en las comunidades. El desarrollo constante de una pastoral juvenil que siga creciendo y dando respuestas a nuestros jóvenes. Un albergue definitivo para nuestros hermanos sin hogar, con una solución eficaz a sus problemas personales. Una solidaridad que siga estableciendo vínculos y creando redes de apoyo. Una parroquia más hermanada e integrada con nuestra “gemela” Damián de Molokai.