28 de diciembre de 2010

EL MENSAJE DE LOS LUNES: Desde la fe, comentendo el día a día


ANOTACIONES ANTE EL PESEBRE
Esteban Gumucio ss.cc.


Verdaderamente "siendo rico se hizo pobre"...
¡Tan pobre!...

¡En un establo!...
Por favor, ¡no le pongan guirnaldas de luces!...
Este niño no es ciudadano romano.

No va a tener ningún título, ningún cartón,
ningún certificado importante.

A lo más será alumno de la sinagoga de su pueblucho,

como los demás chiquillos de Nazaret.

¿Qué cosa buena puede salir de Nazaret?

Ud., joven, no estudió en Jerusalén.

¿Qué me va a enseñar a mí que soy fariseo, hijo de fariseos?

Por Ud. pagaron dos palomas baratas,

cuando lo presentaron al templo.

No daba para más el presupuesto de sus padres.

Ud. no pertenece a la tribu de los levitas...

Ud. no es sacerdote.

No tiene derecho a entrar hasta el santuario,

ni menos a echar a los mercaderes, con patente y todo...

Ud. no es escriba, ni funcionario, ni rabino recibido

¿cómo se le ocurre hacerse seguir por discípulos

y.. ¡discípulas!...
¿dónde iremos a parar?...
Ud. es un laico...

Ud. es un obrero. Ayudante de carpintero.

¡Su currículum, por favor¡...

Treinta años trabajando en Nazaret, no más...

¿Nazaret?

Ud. no se casó.

Se quedó con los pobres.

Cruz...

Resurrección...

¡Jesús, Señor!
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20 de diciembre de 2010

EL MENSAJE DE LOS LUNES: Desde la fe, comentando el día a día


PLEGARIA DE NAVIDAD
Esteban Gumucio sscc

Por los que jamás pudieron creer en un niño,
Señor, ten piedad en esta noche de Navidad.

Y por lo más negro y lo más frío,
y por la mirada rota de los resentidos,
Señor, ten piedad en esta noche de Navidad.

Por todos los besos de Judas,
el silencio de los orgullosos
y el cálculo oblicuo de los poderosos,
Señor, ten piedad en esta noche de Navidad.

Por el fango de los mentirosos
y los blancos muros de los cautelosos,
Señor, ten piedad en esta noche de Navidad.

Por la tinta de los envenenadores,
por la amenaza de los perseguidores,
por el desierto de los desesperados,
por la ceguera de los tiranos,
Señor, ten piedad, en esta noche de Navidad.

Por la máscara de los olvidos,
por los dientes de los envidiosos,
por los crímenes elegantes,
por el vacío de los farsantes,
Señor, ten piedad en esta noche de Navidad.

Por el desfile de los besarrabos,
por el tumulto de los temerosos,
por la danza de los complacientes
y por la siesta de los indolentes,
Señor, ten piedad, en esta noche de Navidad.

Por la miseria y el frío,
por la soledad inocente,
por la angustia de la gente,
por el hambre y por la muerte,
Señor, ten piedad en esta noche de Navidad.

Por el proyecto helado de los violentos;
por la injusticia en papel sellado
y por todo lo fabricado
para la guerra en los cuatro vientos,
Señor, ten piedad en esta noche de Navidad.

Por los rascacielos podridos
donde se enconan fronteras;
por todas las balaceras
que inventan los insaciables,
Señor, ten piedad en esta noche de Navidad.

Por las armas de la muerte
y los poderes armados;
por el oro malgastado
en crucificar a la gente,
Señor, ten piedad, en esta noche de Navidad.

Por la nieve de los cielos vacíos,
por la sangre que mancha los ríos,
por las viudas y los huérfanos
de los odios nucleares,
Señor, ten piedad en esta noche de Navidad.

Por la viga que llevamos en los ojos,
por todas las puertas estrechas,
por nuestras anclas de corcho,
Señor, ten piedad en esta noche de Navidad.

Por los cimientos de arena
en que ponemos la paz;
Señor, ten piedad en esta noche de Navidad.
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13 de diciembre de 2010

EL MENSAJE DE LOS LUNES: Desde la fe, comentando el día a día









INCENDIO EN LA CÁRCEL

Pablo Fontaine sscc

Murieron quemados los hombres encerrados.

Murieron encerrados porque habían robado.
Y habían robado porque tenían un vacío en el alma.
Lo tenían desde la infancia cuando sólo vieron golpes,
y hambre, e insultos que mataban el alma.

Necesitamos mejores cárceles dicen algunos.
Necesitamos más cárceles y más seguras.

Señores míos, necesitamos que haya trabajo y buenas escuelas.
No necesitamos aviones ni tanques ni submarinos
Para seguir matando.
No queremos que el cobre se destine a nuevos armamentos.
Que los ricos y poderosos renuncien a sus fiestas exclusivas,
Y colaboren para empezar la fiesta de los pobres.
Ellos no piden muchos lujos.
Sólo quieren casas, escuelas, becas, trabajo.

Para no tener que encerrar a la gente. Para no enviarla al Purgatorio.
Basta un descuido y encuentran un Infierno.
Para no tener que ver tanta lágrima, tanta muerte, tanto dolor.
¿Quién va a consolar a la viuda y al huérfano, a la madre y el hermano?
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6 de diciembre de 2010

EL MENSAJE DE LOS LUNES: Desde la fe, comentando el día a día

Camino de conversión

Por Enrique Moreno Laval sscc

Los chilenos somos naturalmente sensibles. Emocionales. Y tantas veces nos sorprendemos reaccionando precisamente de esa manera. Claro, lo que ocurre es que nos pasan cosas que nos conmueven y nos pasamos entonces de emoción en emoción. Saquemos cuentas en este año 2010: el terremoto en febrero, un nuevo gobierno en marzo, el mundial en junio, las lluvias en agosto, los mineros en septiembre, los mapuches al mismo tiempo, el bicentenario todo el año, el accidente de la autopista en noviembre, y ahora en diciembre la teletón. Casi no nos dejan respirar…

Está bien que nos emocionemos, ¿por qué habría de estar mal? Pero no nos podemos quedar en la emoción. Debemos profundizar un poco más y generar en cada uno de nosotros, los chilenos, reacciones más estables. Las emociones, tal como vienen se van. Duran poco. Necesitamos actitudes de fondo, que sean más permanentes. A esto aludía el texto del evangelio de ayer, segundo domingo del adviento, cuando Juan el bautista proclamaba en el desierto de Judea: “¡Conviértanse, porque el reino de los cielos está cerca!”

¿Qué significa convertirse? Significa, primero, reconocer qué pasa con mi vida, es decir, tomar debida conciencia de cómo estoy llevando a cabo mi condición de ser humano en este momento preciso de la historia. Y puede ser (es lo más probable) que concluya que mi vida debe cambiar en algunos asuntos de importancia. Como soy creyente y seguidor de Jesús, su Evangelio deberá servirme de espejo ante el cual confrontarme. Si soy honesto conmigo, con Dios y con los demás, comenzará entonces a operarse una transformación personal en mí, un cambio favorable de actitudes, según los sentimientos que tuvo Cristo Jesús. Me habré convertido.

Esta conversión personal transformará el mundo. No podemos dudarlo. Aunque parezca un pequeño paso de un hombre o de una mujer, aparentemente insignificante, será un gran paso en el camino de la humanidad, un aporte valioso, insustituible, único, imprescindible para la humanización de la vida. “El reino de los cielos está cerca”, esto es, al alcance de la mano, ¿por qué no lo asumimos hoy de una vez por todas y para siempre? Para esto es el adviento.

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